Dios es un padre amoroso, pero también es un padre severo
Bernardo Tahan Gomez
Lo que voy a decirles, como siempre es producto de mi experiencia, de mis recuerdos de procesos de reencarnación. De mis vidas pasadas. Dios es amor, es un Padre amoroso, pero también es un Padre severo. Dios castiga, a quienes han violado las reglas más importantes que El ha impuesto. A quien ha hecho daño a sus ovejas; no son simples pruebas como se dice, o cosas livianas. Son vidas castigo, donde tienes que pasar años y años de sufrimiento. Cuando haces daño, cuando violas el derecho a la vida, cuando te aprovechas de los más débiles, lo pagas. A Dios no le tiembla la mano. Yo en esta vida, siento amor hacia Dios, y a la vez siento temor frente a Él. Lo amo y le temo. Las dos cosas, porque sé que su poder es infinito. Es Él quien controla todo. El poder del Demonio es microscópico, infimo, inexistente, frente al poder de Dios. Por eso lo amo y por eso le temo. Pero es un Dios justo. Si en una vida he asesinado a diez personas, en la siguiente lo pagaré completo. No es cierto que podemos liberarnos del castigo arrepintiéndonos al último minuto pidiendo perdón por los 20 muertos que tenemos encima, o por todo lo que hemos robado, o por todas las desgracias que hemos ocasionado. No funciona así. El Dios que tanto nos ama, no le temblará la mano para hacernos pasar, posteriormente a todas esas atrocidades que hemos cometido, una vida siguiente llena de dolor, lenta, muy lenta y con toda su dosis de sufrimiento. Por eso es que mucha gente no entiende como funciona. No logran encuadrar a Dios en su justa dimensión. No entienden como existiendo un Dios, a la vez existe dolor en el mundo. Es porque Dios ama, pero Dios a la vez es severo. En este mundo, no se mueve una hormiga si El no lo permite. El tiene sus reglas y hay que cumplirlas. Dios ama, es bueno, pero créanme, es un Padre justo y a la vez severo. Si eres una persona prudente, inteligente, debes amar a Dios, pero no lo subestimes. Los más tontos, como fui yo en mis vidas anteriores, pensabamos que nos librábamos de su castigo simplemente no creyendo en El. Viviendo la vida como un ser inescrupuloso. Las reglas del juego no las ponemos nosotros. Las pone El. Aunque no creas en El. Así funciona. B.T.